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Rompiendo paradigmas: mujeres Rarámuri, un balance hacia la equidad en la fuerza laboral forestal

Por Karla Noemi López

En los últimos 20 años, poco se había escuchado a nivel internacional sobre las mujeres Rarámuri del Ejido Carobachi, en Chihuahua, México. El sistema patriarcal arraigado en la industria forestal puede haber mantenido en un segundo plano a estos pilares de la comunidad. Hoy en día, las mujeres Rarámuri están avanzando más dentro de su fuerza de trabajo ejidal, contribuyendo directamente a la cadena de valor forestal y agroforestal. Estas oportunidades han liberado su potencial ofreciéndoles puestos de gestión y poniéndolas en contacto con otras personas que se enfrentan a situaciones similares, lo que ha supuesto una mejora económica para las familias y la comunidad en su conjunto.

Alrededor del mundo, las mujeres han desempeñado un papel fundamental en muchos ámbitos de la vida, desde ser agricultoras que producen alimentos para millones de personas hasta profesionales en sistemas de salud que trabajan en primera línea. Sin embargo, en algunos sectores, especialmente el forestal, las mujeres siguen enfrentándose a innumerables adversidades que limitan su verdadero potencial. 

En los bosques de la Sierra Tarahumara, dentro del municipio de Guachochi, en Chihuahua, las concesiones forestales gestionadas por el Ejido Carobachi han estado tradicionalmente dominadas por trabajadores masculinos. Esto debido a la idea errónea generalizada de que el trabajo forestal es demasiado físico o de que el entorno es demasiado peligroso para que trabajen las mujeres. 

Sin embargo, en las dos últimas décadas, las mujeres han avanzado considerablemente al romper  estereotipos y registrando un aumento de participación en la fuerza de trabajo, gracias a los cambios dentro de la propia comunidad.

En el año 2000, María Arteaga era la única mujer que trabajaba en el Ejido. "Ahora las cosas han cambiado. Hay más mujeres trabajando en los aserraderos y en el monte, son cerca de 90, pero no ha sido fácil conseguirlo", comparte Arteaga.  

 

Los Indígenas Rarámuri como guardianes vitales del medio ambiente

El Ejido Carobachi está formado por un 79% de Población Indígena, predominantemente Rarámuri. Probablemente haya escuchado hablar de la comunidad Rarámuri, famosa por su dominio físico en carreras de larga distancia, como se muestra en el documental de Netflix "Lorena, la de pies ligeros", quien conquista ultramaratones. 

Además de la capacidad de correr largas distancias, este grupo de indígenas es también defensor de los bosques. "El cuidar de los bosques y de los árboles es fundamental ya que son fuente de nuestro alimento y de vida", afirma Estanislao Rubí Aguirre, Presidente del Ejido Carobachi. Dado que los bosques son la principal fuente de alimentos para Carobachi, se aseguran de que los bosques se gestionen cuidadosamente. Anualmente, reforestan más de 80,000 árboles.

Según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) y el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), los pueblos indígenas y tribales han sido calificados como los "mejores guardianes" de los bosques, y el Ejido Carobachi es un buen ejemplo de ello. 

El Ejido administra una superficie total de 27,997 hectáreas, de las cuales 17,000 están dentro de un plan de gestión forestal y 6,000 están reservadas para fines de conservación. 

Comenzaron sus operaciones forestales en 1958, diversificando el sector forestal el cual puede ofrecer una mejora de los medios de vida de la comunidad, al tiempo que gestionan los bosques de forma sostenible. A lo largo de los años, el Ejido ha establecido aserraderos a través de la empresa forestal Ejidal Carobachi. La empresa forestal también gestiona una tienda que vende platos de cerámica y produce compostaje derivado de los residuos de madera para uso agrícola.

El Ejido ha recibido la certificación de Manejo Forestal del Forest Stewardship Council™ (FSC™) por parte de Preferred by Nature. La certificación confirma el compromiso de la comunidad con la gestión responsable del bosque de la Sierra, preservando su biodiversidad y beneficiando la vida de los lugareños, al tiempo que se garantiza la viabilidad económica. 

 

Creando un espacio para promover el potencial de las mujeres 

El Ejido adopta un sistema que permite la participación activa de sus miembros en actividades como las asambleas, el seguimiento socioeconómico, la participación en el consejo ejidal (comunal) y las reuniones con los gobernantes indígenas. Las decisiones de todas estas actividades deben tener en cuenta la disponibilidad de los recursos naturales y su impacto. Todos los beneficios y su distribución deben repartirse equitativamente entre hombres y mujeres. El Consejo Ejidal está conformado por 115 miembros, 96 son hombres y 19 son mujeres.

Aunque el número sigue siendo relativamente bajo, el Ejido ha avanzado mucho en la acogida de la participación femenina en la empresa forestal y dentro de la comunidad. Actualmente, hay unas 50 mujeres trabajando en la reforestación y la conservación del suelo para la empresa. Sin embargo, los hombres siguen superando a las mujeres en puestos como los de conductor y gruista.

"Últimamente, las mujeres son más activas y participan más. Aunque no ha habido ninguna presidenta en el Comisariado Ejidal, varias mujeres han participado hasta ahora en el Consejo de Administración del mismo", comenta Arteaga. 

Recientemente, el ejido y el gobierno local han ofrecido más oportunidades a las mujeres mediante un proyecto de procesamiento de astillas de madera, se espera que el mismo brinde trabajo a casi 20 ejidatarias. 

Rarámuri woman working in the factory
Fotografía: Ejido Caborachi


Dado que las mujeres y los hombres poseen conocimientos diferentes sobre árboles y bosques específicos, los cuales pueden ser complementarios, las contribuciones conjuntas son esenciales para sostener eficazmente las formas de gestión forestal en colaboración. 

Para Estanislao, la participación de las mujeres en todas las actividades productivas del Ejido es importante. "Las mujeres son responsables y rinden cuentas con su trabajo, siguen las directrices y las normas -como cualquier otro empleado-, tienen muchas habilidades y aportan una valiosa contribución. Pueden trabajar en las mismas tareas que realizan los hombres" comparte.

Añade que los ingresos procedentes de estas actividades ayudan a las mujeres a pagar le educación de sus hijos y a comprar alimentos. Esto es un claro indicio de que ofrecer a las mujeres mejores oportunidades económicas puede tener un impacto positivo en los niveles de alfabetización de los niños y en la lucha contra la desnutrición en estas comunidades.

 

Un rostro reconocido en el empoderamiento de las mujeres indígenas 

Se ha demostrado que contar con modelos femeninos es un factor clave para impulsar el cambio, y las mujeres indígenas Rarámuri, que se enfrentan a una serie de obstáculos sociales, no son la excepción. A lo largo de los años, Arteaga ha desempeñado un papel fundamental en el desarrollo forestal del Ejido. Ahora desempeña un papel mucho más importante al ejercer de tesorera. A lo largo de su carrera, ha supervisado varios talleres de formación y programas de desarrollo que le han servido de plataforma para demostrar y compartir sus conocimientos y habilidades con el resto de las mujeres de la comunidad. 

Su persistencia y determinación para inspirar a otras mujeres Rarámuri dio frutos cuando recibió una beca que le permitió participar en un programa de intercambio con mujeres indígenas de varios países latinoamericanos celebrado en Costa Rica. El programa permitió a las mujeres indígenas aprender y profundizar en temas de gestión forestal y seguridad alimentaria. 

"La interacción con mujeres de otros países nos mostró que nuestros retos son similares. Se enfrentan a obstáculos para conseguir apoyo para progresar, especialmente por parte de sus parejas, o maridos. Ellos (los cónyuges) no permiten que las mujeres se expresen y eso les asusta. Afortunadamente, yo siempre he recibido apoyo", explicó Arteaga. 

Sigue en contacto con otras mujeres indígenas para informarse y fortalecerse con sus conocimientos. Arteaga también apoya a sus compañeras indígenas Rarámuri compartiendo sus conocimientos para ayudarlas a asumir su papel de defensoras de los bosques. 

El Ejido participa en la Expo Forestal que se realiza en Guadalajara cada año, promoviendo sus productos y muestras de madera, así como sus artesanías. Se están documentando las experiencias exitosas del Ejido, las comunidades y los pueblos indígenas, no sólo sobre el manejo forestal sustentable, sino también el éxito en la diversificación de productos dentro de los territorios.

"Crearon los medios para hacer frente a diversas adversidades. Estos ejemplos demuestran que la participación, el empoderamiento y el reconocimiento de los derechos de las mujeres son esenciales para lograr un desarrollo sostenible", afirmó Arteaga.

 

Fotografías: Ejido Carobachi.


 

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